Sexo, género y estereotipos: educar en el respeto y la identidad
Hablar de educación afectivo-sexual hoy es más que una necesidad: es una responsabilidad compartida entre familias, educadores y la sociedad en general. Comprender algunos conceptos clave es el primer paso para abordar con claridad y respeto los temas que atraviesan el desarrollo personal de cada ser humano.
Sexo y género: dos dimensiones diferentes
El sexo se refiere a la determinación biológica de una persona como mujer o varón, establecida en el momento de la fecundación. Es originario, permanente, y se manifiesta en la configuración genética y en la anatomía sexual.
El género, en cambio, es un desarrollo sociocultural. Es decir, se trata del modo en que la sociedad interpreta, espera y moldea lo que significa ser "masculino" o "femenino". A través del género se aprenden actitudes, comportamientos y roles que, muchas veces, vienen cargados de estereotipos rígidos que limitan la expresión auténtica de las personas.
Estereotipos y diferenciación sexual
Los estereotipos de género pueden condicionar las decisiones y experiencias desde la infancia. Frases como “los varones no lloran” o “las niñas son más delicadas” perpetúan imágenes distorsionadas sobre cómo debe comportarse una persona según su sexo. Es importante aclarar que, salvo las funciones estrictamente relacionadas con la procreación, no hay tareas, capacidades ni emociones exclusivas de un sexo u otro.
Además, a partir de la determinación sexual en el momento de la fecundación se inicia un proceso de diferenciación sexual que incluye el desarrollo de genitales y características sexuales primarias y secundarias. Como todo proceso biológico, este puede presentar variaciones. Por eso, es clave educar desde una mirada comprensiva y no reduccionista. La diferencia entre varón y mujer no es solo genital, es fundamentalmente cerebral. Todas las interacciones entre las neuronas son diferentes en varones y mujeres.
La interdependencia entre el sexo y el género
El sexo y el género se pueden distinguir pero no separar: son interdependientes y necesitan ser integrados. Por un lado, el sexo es constitutivo de toda la persona (la persona es sexuada), pero que ello no implica que la determine completamente. Si bien hay aspectos que sí son determinados por el sexo, hay otros que no (por ejemplo, las profesiones que uno pueda actuar). Por otro lado, el género es el modo en que cada persona experimenta, siente y expresa su identidad. Está fundado en una identidad biológico-sexual, “varón y mujer”, pero no se reduce a ello. La persona (y su identidad) no es producto de una construcción cultural, sino que su experiencia es mediada por la cultura y que, por lo tanto, la cultura influye en ella.
Identidad y orientación sexual
La identidad es un rasgo profundamente humano. Se desarrolla durante toda la vida e implica la integración y valoración de lo que se es. En este proceso influye tanto la biología como el entorno, las experiencias personales y los vínculos afectivos. Cuando un niño o adolescente manifiesta incongruencias entre su sexo biológico y su percepción de género, lo primero es comprender, acompañar y buscar herramientas adecuadas para abordar la situación con sensibilidad y responsabilidad. Es fundamental tener un diagnóstico, que puede derivar en problemáticas de fondo relacionadas con la socialización, la violencia, el abuso, entre otras, que se pueden afrontar con un acompañamiento adecuado e integral.
La orientación sexual, por su parte, refiere a la atracción erótica hacia otras personas, y suele manifestarse en la adolescencia, en conjunto con los cambios hormonales. Este aspecto también está influido por múltiples factores: la biología, la cultura, la educación y las experiencias personales.
¿Cómo se trabajan estos temas en Desafíos?
Si bien el tema se aborda en diversos proyectos y desde diferentes perspectivas, tomamos un ejemplo concreto. En Desafíos 1, el tema se aborda a partir de que cada estudiante se reconozca como varón o como mujer, comprenda la igual dignidad entre varones y mujeres, y reflexione sobre el valor de las diferencias entre varones y mujeres. Además, en este proyecto se reflexiona sobre cómo los estereotipos nos dañan como sociedad. Las discriminaciones y formulaciones rígidas de lo que les corresponde en roles, actitudes y manifestaciones a un varón o a una mujer son injustas y no promueven la igualdad ni el respeto.
Por otra parte, en Desafíos 9, se trabaja el pensamiento crítico a partir de un caso real que pone en escena los conceptos de sexo, género, disforia de género y acompañamiento a adolescentes en el desarrollo de la identidad sexual.
Educar desde el respeto
La educación afectivo-sexual debe acompañar el desarrollo integral del ser humano y adecuarse a las características de cada persona.
Educar en el respeto implica enseñar que cada varón y cada mujer, desde su unicidad, merecen ser valorados por igual. El respeto se construye en la escucha, en la empatía y en el reconocimiento del otro como legítimo diferente.
El rol de adultos y educadores
Toda pregunta que no respondamos a nuestros hijos será respondida por alguien más. Por eso, padres, madres y docentes debemos estar preparados para escuchar, acompañar y orientar. No se trata de tener todas las respuestas, sino de crear un clima de confianza donde el diálogo sea posible.
Es fundamental empezar desde la infancia, con prudencia, adaptándonos a la edad, maduración y contexto de cada niño o niña. Aproximarnos con afecto, hacer preguntas abiertas, repreguntar, y sobre todo, mantenernos disponibles. Este camino puede ser desafiante, pero es, sin dudas, imprescindible.
No olvidemos que toda pregunta a la que no demos respuesta, tarde o temprano, será respondida por alguien más.